miércoles, 5 de octubre de 2011

Una reflexión de Javier Bueno




Cuando vemos imágenes como las que ilustran este texto, el vello se cristaliza y se clava hacia dentro. Entonces sufrimos esa metamorfosis que no reflejan los espejos, y nos avergonzamos de pertenecer a la raza humana. Dudo mucho que se pueda solucionar el problema del hambre en el tercer mundo, porque la bestia que habita el primer mundo es insaciable. Insaciable de poder, insaciable de sangre, insaciable de riquezas. África no interesa. Es un continente expoliado hasta lo indecible, con gobernantes sanguinarios, grotescos, que roban al pueblo para verter sus excrementos en sanitarios de oro. Las ayudas, en buena parte, son intervenidas por estos inmundos sicarios que detentan el poder. Es un continente que no interesa y va a la deriva. Solucionar el problema de la hambruna es muy fácil: sólo hay que asignar a los países ricos, de forma proporcional, la población  que habita en el tercer mundo, y asimilarla en derechos a los ciudadanos del primer mundo. Instaurando un gobierno internacional y procurando las infraestructuras que posibiliten una vida digna. Hay muchas formas de ahorrar y de legislar para cambiar el mundo. Hay que declarar personas non gratas a los grandes banqueros que, sin producir riqueza, dilapidan los ahorros de los verdaderos trabajadores. Hay que prohibir por ley los desmedidos beneficios de ciertas empresas que están en la mente de todos, grabando, por ley, con impuestos del cien por cien,  destinando estos superbeneficios al tercer mundo. Hay que tomar conciencia de que somos usufructuarios de este planeta, y todos sus moradores tenemos derecho a una vida justa, desde el nacimiento a la muerte. Seguramente estas líneas no evitarán el hambre y la sed en Somalia, pero deben ser un grito intencionado que se sume a otros muchos, para que resuene en los tímpanos de los gobernantes, como una amenaza real de que la raza humana ha dicho por fin: BASTA

(Javier Bueno)

5 comentarios: